21 de agosto de 2014

LA historia.

Escribí una historia hace años, una historia que quedó en continuación y a la que nunca quise darle un final definitivo. Mi historia estaba escrita a dos manos.
En verdad, ninguno de los dos quiso terminarla, solo la arrumbamos en algún estúpido rincón.
O quizá él puso en punto final y yo le agregué dos más.
Nunca dejé de pensarlo. 
Han pasado, no sé, muchos pares de años.
Y esta historia se estrelló en mi cara un frío día de diciembre.
Ahora, más por mi gusto que por el suyo, he continuado con la historia.
En realidad, pensé que la escribía, que la controlaba, que podía manejarla, pero no.
Ella es quien ha dictado cómo deben ser las cosas, qué es lo que debe ir sucediendo y lo peor es que los sentimientos que ha despertado en mi no son normales.
Mi historia debe tener un punto final, sin embargo, cada que lo escribo, me lleva de la mano a convertirlo en un punto y seguido, incluso a veces, un punto y aparte, pero nunca final.
Miles de sentimientos que ni siquiera sabía que existían se han estado arremolinando dentro de mi y no sé por dónde debo empezar a acomodarlos.
No es una historia de amor, pero a veces lo parece. 
En momentos, pareciera una historia de terror y en cuando menos lo esperas, tiene algo de acción y mucho de suspenso.
Ya no sé si quiero.
Me he convertido en el personaje más borroso de cualquier historia y a la vez, el más fuerte.
Ya no quiero ser la fuerte.
Y como le hago?
Como le quito el control a la historia y retomo la pluma y el papel?
En qué momento dejé que me conquistara?
No me asusta, pero, no lo quiero.
No lo quiero por que se parece en muchos párrafos a la historia que terminé y que lejos de olvidarla, me ha marcado de por vida.
Esa historia que quise arrancar del libro y que trate incluso, de quemar de todas las maneras.
No la quiero.
Así que, cómo se convierte uno en escritor?

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