1 de junio de 2014

Dejar de arder...

Llevo días tratando de definir mi futuro.
Me había dado varios plazos y las fechas están cada vez más próximas.
He decidido que cambiaré de techo, y lo que parecía solo un cambio moderado, se ha tornado en algo más radical.
No solo cambiaré de casa, si no de Estado.
Si las cosas salen como en realidad espero, pronto, mis despertares serán de otro color, y esta ciudad, será un lugar que visitaré constantemente...
Dicen que uno pertenece al lugar de dónde no se quiere ir y eso me pasó.
Encontré un lugar a dónde quiero pertenecer, de dónde no quiero irme y en dónde quizá, me espere ese nuevo comienzo que tanto busqué.
¿Quien lo diría?
Ahí, es dónde jamás creí querer quedarme.
Pasé mi vida jurando que jamás dejaría ésta ciudad, que ademas de ser de las más grandes del mundo, es en la que nací y que reboza de lugares hermosos, lugares mágicos...
Y simplemente así, de la nada, elegí un nuevo destino. Elegí dejar mis historias como están hasta hoy, a cada una le he dado el final que le correspondía y les he regalado la libertad de bailar entre murmullos, de pasearse entre la gente, en el metro, en los puentes, de tallarse en las paredes en las que muchas fueron escritas y hasta de esconderse en aquellos hoteles en que algunas terminaron.
No huyo.
Ahora estoy consciente de que habrá problemas pero los resolveré, dejaré mi pasado en el pasado, lo respetaré por lo qeu fue pero no lo llevaré conmigo. Tengo un presente lleno de incertidumbre pero no tengo miedo, ahora, voy dispuesta a escribir nuevas historias, no me llevo nada ni a nadie, me voy sola, con mi maleta casi vacía, me llevo el amor que repartí y la esperanza de seguir construyéndome cada día, la seguridad de soportar lo que venga y la fuerza para seguir siempre adelante.
Es momento de dejar de arder y por fin, resurgir de las cenizas...

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