Ella se quedó sobre el colchón, boca abajo…
El puso sus pulgares en sobre su piel, uno en cada hoyuelo que se le dibujaba en la cadera, justo arriba del culo…
Sus demás dedos los tenía tensos, como entumidos.
Lentamente subió los pulgares, sintió cada una de sus vértebras, cada disco lumbar…
Con sumo detalle llegó hasta su cuello, sus palmas quedaron bajo su barbilla y ella apoyó su cara en ellas.
La miró a los ojos, le encantaban…
No dejó de mirarlos.
Ni siquiera cuando parecieron salirse de sus orbitas…
Parecía disfrutarlo…
Sí, lo hacía…
A él le sobraba fuerza.
A ella se le escapó mientras él le retorcía el pescuezo…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario