Abriste los ojos en un cuarto de hospital.
Después de mil intentos te diste cuenta que no importaba qué tanto lo desearas, igual no podrías recordar qué carajos pasó…
Respondiste que no, una a una, a las preguntas de las enfermeras. Todas te miraron con algo de lástima y después, vinieron los doctores…
A veces callabas, a veces volvías a decir que no. Todos se compadecieron al creer tu mentira.
No sabías tu nombre, dirección o teléfono. Es mas, según tú, no recordabas familia o amigos.
Sí lo sabías.
Recordabas perfecto tu nombre con apellidos, el número de tu casa y el de tu celular, el de tus padres y tus hermanos, los de tus amigos no, por que jamás los pudiste aprender…
Daba igual. De cualquier forma, un día cambiarías de vida y ese te pareció el momento justo para empezar.
Elegiste callar, fingir, parecer perdido a miradas ajenas, preferiste dejarte atrás y huir de ti, correr hasta que no te alcanzaras, hasta perderte…
Te miraste al espejo y repetiste un nombre que no era el tuyo, la ropa tampoco lo era e igual te la quedaste…
Saliste a la calle sin buscar, mirando a ningún lado, esperando nada…
Evitaste los recuerdos y te sentaste en la banqueta a esperar el autobús…
Carajo! Pensaste.
Arrojarte de este modo a la soledad, arrancarte el pellejo con agua hirviendo y apagar los cigarros en tu espalda, para qué?
Solo para tratar de olvidar sus besos?
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