Hoy te escribo una carta por que creo que te lo debo.
Intenté decirte muchas veces lo que soy pero nunca quisiste escucharme. Soy una sobreviviente, un fénix que comenzó a arder y aún no se apaga. Soy, sin lugar a dudas, un demonio que a veces, se lima los colmillos y se cuelga alas falsas.
Definitivamente el momento en el que te encontré no era el mejor.
Las casualidades no existen, el destino de cada uno está marcado y todos llevamos con nosotros, una razón de ser en la vida de los demás.
Mi camino ha sido más largo que el tuyo, no sé si más difícil, pero si muy diferente.
Eres ese hombre con el que soñe cuando tenía 16, pero hoy, paso por mucho esa edad.
No te confundas. El amor se construye cada día y siempre, es trabajo de dos. Por que el amor, el de a deveras, no surge de la nada...
Es necesario, que ahora sepas lo que pienso de ti.
Eres esa clase de hombre con el que una buena mujer sueña encontrarse. Eres la persona con la que jamás habría pensado entablar conversación y ya ves, la vida cruzó los caminos.
Yo en tu vida, solo fui motivo, en su momento, de sufrimiento, en otros quizá, de aprendizaje.
Dime algo: qué sabes de mi?
Yo creí sentir algo, no mentí, pero tampoco mentí cuando te dije que me había dado cuenta que no era así.
No voy a engañarte, por que he estado en tu lugar.
No quiero ser lo que tanto odio.
Nunca quise hacerte daño y por eso me alejé de ti.
Tomé la decisión de ser tu amiga por que parecía sano, pero nunca lo fue.
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