Estás rota.
Él te golpeó y no solo te rompió los huesos; te rompió la voluntad, las ganas, los deseos…
A patadas te destrozó la cara, las costillas y el culo.
También la fe.
Con las manos te apretó el cuello hasta ahogarte, hasta que no pudiste tragar saliva, hasta que los pulmones te explotaron.
No te mató entonces.
Un instante antes, te dio un rodillazo en el estómago, sentiste que se escurría la vida mezclada con tu sangre entre tus piernas y supiste que no quedaba más razón.
Entonces, cuando ni siquiera miedo pudiste sentir, fue entonces que moriste…
3 comentarios:
ahora sabes a que exponerte en caso de que me andes negando los arrimones, veda?
ja, y a veces a pesar de la golpiza volteamos con el rostro ensangrentado y preguntamos "terminaste?", como si desearamos más...
Tnks por el link...
Abrazos...
wow me gusto bastante.
saludos *=)
Publicar un comentario