Encontré a Damiana trapeando los pisos, a gatas en la sala, y la juventud de los muslos a su edad me suscitó un temblor de otra época.
Ella debió sentirlo porque se cubrió con la falda.
No pude reprimir la tentación de preguntarle: Dígame una cosa, Damiana: ¿de qué se acuerda?
No estaba acordándome de nada, dijo ella, pero su pregunta me lo recuerda.
Sentí una opresión en el pecho.
Nunca me he enamorado, le dije.
Ella replicó en el acto: Yo sí.
Y terminó sin interrumpir su oficio: Lloré veintidós años por usted.
El corazón me dio un salto.
Buscando una salida digna, le dije: Hubiéramos sido una buena yunta.
Pues hace mal en decírmelo ahora, dijo ella, porque ya no me sirve ni de consuelo.
Cuando salía de la casa, me dijo del modo más natural: Usted no me creerá, pero sigo siendo virgen, a Dios gracias.
4 comentarios:
ohhh! esta lindo... Hay cosas que no muchos pueden creer... A dios Gracias!
un beso.
excelente
ese libro me hizo llorar, de principio a fin, ya quisiera ser yo como ese viejo..
ah mugre vieja
hacia mucho q no venia,disculpame si? sabes que te quiero de aqui al cielo dos vueltas y de regreso :D
Cuidate bonita
y arriba las putas!!!
Sí, yo sé que eso de suspirar en silencio...
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