Quise, por un momento, hacerme creer que no estaba ahí, que el frio no me calaba los huesos y que la lluvia no me cortaba el rostro lentamente...
Me sentí tonta, me sentí sola y triste...
Ahí estaba, tratando de convencerme de que eso no era cierto, que no había tantas personas corriendo a mi alrededor, que no se iban y que no llegaban, que no esperaban ni huían...
Y no encontré argumento válido...
Terminé por aceptar mi espera.
Espera inútil por que sabía que él no llegaría, que no bajaría del tren como tantas veces antes, que no iba a abrazarme ni me envolvería en su aroma...
Pero ahí estaba yo, enmedio de nada, buscando su rostro, esperando con el corazón lleno de anhelos, ansiando mirarme en sus ojos, tocarlo... saberlo mío...
Y no llegó.
Tomé la mochila llena de estupidos pensamientos, de uno que otro recuerdo, de una sonrisa que le dibujé y de trozos de su voz... Me la colgué al hombro y caminé a la salida...
Mirá atrás asegurandome de que no corriera tras de mi, que no me buscara entre la gente, que no pensara que lo había olvidado...
Me detuvo la luz roja, empuje a alguien pero ya no miré... sabía que no estaba ahí y que no lo estaría nunca más.
Me fijé en mis zapatos, rotos, viejos, sucios... pero eran los que usaba para caminar a su lado, para descansar de mi soledad, para reír de sus chistes...
sentí el agua entrando por los agujeros...
Tomé el autobus de regreso a casa, me senté junto a la ventana y me perdí...
Pasé viejos edificios, otros nuevos, me reí del pasado y me dolió éste presente...
Llegué a casa, nadie me esperaba y nadie me acompañaba...
Me quité los zapatos mojados, me quité el pantalón manchado de recuerdos, aventé mi mochila tras la cama y me puse la camiseta que dejó olvidada...
Despues de quitarme el maquillaje me miré al espejo, me alegre de que no hubiera llegado...
Me acosté en la cama helada, y antes de dormir pensé en cómo pudo haber sido...
Le di gracias a Dios y bendije el momento en que apareció en mi vida. Le dediqué a él mi último pensamiento y fue entonces que sentí otra vez, una leve húmedad cortandome el rostro...
Lloraba...
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