Cuando era niña, como era obvio siempre recibìa la eterna recomendaciòn de mi mamà: "No le abras la puerta a ningùn extraño" Decia.
Siempre obedecì.
Un dìa, oì pasar al ropavejero, me sorprendiò que tocara a mi puerta...
- ropa vieja? - dijo.
- sì - contestè - pero la traigo puesta...
Despues de un rato dijo de nuevo:
- bueno... una limosnita?-
- bueno - volvì a responder - echela por abajo de la puerta...
Ahhh! si que era pobre...
1 comentario:
jajaja pobre :(
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